Aparte del “sálvese quien pueda” que entonan las personas más insolidarias al saltarse la cola de la vacuna, pienso que habría que acercarse al asunto con ánimo de tener un criterio razonable. Para ello nada mejor que relacionar las cuestiones o conceptos principales. No he empezado, y ni he nombrado, pandemia por tenerla hasta en la sopa, para seguir con las del título. Deberíamos tener muy claro que una pandemia es una enfermedad contagiosa que se extiende en el planeta. La vacuna es de momento, pese a lo que digan los y las negacionistas, el remedio contra ese problema tan extendido. Por eso hablo también de salud universal. Este concepto ya se entendía en países en que, como bastantes europeos, se venía atendiendo a todas las personas que enfermaran en cada uno de ellos. Ahora no vale sólo con eso. En este momento será necesario que se vacunen a todas las personas que quieran vacunarse en el universo. Ése será el único camino para que después no venga una nueva cepa a fastidiar la vacunación casi completa de cada país. Ya tenemos la experiencia de cepas como la británica y nos hablan de la de Brasil. Así que a mirar más allá y más tarde. Sin olvidar que la pandemia es un mal en gran parte provocado por el género humano. De momento a cada pandemia hemos de enfrentarnos una a una y de la manera más coordinada y solidaria posible. Así que de momento hemos de centrarnos en las vacunas. Veamos.

Por si faltaba algo, la señora Von der Leyden , máxima responsable de la Unión Europea, ha admitido un error en la gestión global de las vacunas para la ciudadanía del continente. Sin entrar en la naturaleza del error, que ya veremos, éste es uno más a los que se vienen dando en cada lugar de España y en el mundo, pues no en vano estamos en una situación nueva en la que aprender. Cuando se entendió la necesidad de la vacuna, los gobiernos improvisaron mirando a la industria farmacéutica y a la ciencia en sus centros universitarios. Mientras los gobiernos agobiados acudieron a un sitio y a otro, había quien ya estaba preparado. Me refiero a la farmaindustria, esto es las grandes multinacionales que desde hace años están demasiado cerca de OMS Organización Mundial de la Salud. Estas empresas que antes que nada piensan en sus beneficios, tienen sus patentes resultantes en su mayoría del trabajo de medicamentos anteriores que ya han rentabilizado con creces. Así que cuando la UE y otros estados acudieron pidiendo vacunas, ellas respondieron que muy bien que se ponían a investigar, para lo que necesitaban dinero. Dinero que aportaron los distintos estados. Cuando las investigaciones estaban en marcha, se llegó al momento de comprar y las empresas se pusieron a vender, en general al mejor postor y casi sin echar cuenta de la financiación recibida. Así que cuando la urgencia aprieta, nos encontramos en un mercadillo en que en la bolsa se juega la salud de la humanidad. Igual que por aquí, importa poco que ante problemas de este calado, y más de ámbito mundial, los atajos egoístas al final sirven menos.

Refería antes la ingenuidad o error de la señora Von de Leyden, como tras 2.008 el señor Sarkozi hablaba de refundar el capitalismo, lo que en parte ocurrió gracias al chorro de millones que los estados aportaron al sector privado. Ahora la UE ha de aportar más de lo que se supone que correspondía. Y es que mientras las distintas multinacionales del medicamento seguían una línea de investigación, para que con el máximo secreto, luego mostrar su vacuna como si fuera el traje más vistoso. Y es que en esta sociedad nuestra de hoy seguimos apostando por “el tener y el competir”. Ahí están tantos colectivos como vienen esperando a que la UE hubiera propiciado una industria farmacéutica sobre la que se pudiera ejercer una mínima presión. Ha pasado en este sector y viene pasando en el de las comunicaciones y tantos otros. Y no sólo ocurre en Europa, mirando en los propios países encontramos caminos olvidados. El propio CSIC, lleva adelante aunque a paso más lento su búsqueda de vacuna. Cuba, un país pobre, que sin embargo dispone de un destacado sector sanitario y científico, va logrando su propia vacuna a un ritmo que ya quisieran para sí estados más desarrollados.

Después de dar una vuelta sobre el asunto de la investigación y el uso de las vacunas, convendría, dejando a un lado esa jaula de grillos en que entramos por la más nimia cuestión, retomar la imprescindible sanidad universal. Podemos seguir saltándonos en la cola de la vacuna por aquí, consiguiendo un precio menos malo de la multinacional de allá, trampeando en las cautelas en la comunidad de más arriba. Puede que surja una nueva ola o una nueva cepa y sigamos igual, pues tenemos a medio planeta sin vacunar. Una pandemia requiere medidas para todo el planeta, tanto para afrontar la pandemia del momento y para eliminar las causas que la provoca siempre. Claro que eso requiere generosa colaboración.