Quien me conoce y ha leído con cierta atención estas páginas sabe que trato de seguir la senda señalada por el insigne humanista y poeta. Hoy me propongo recalar más en el prosista, tan significativo como el poeta, si es que fuera posible desdoblar a Machado como a cualquiera otra persona. Dicho esto, aquí la paradoja que el autor nos plantea a la hora de fijar sus escritos la he tratado de resolver con el título que corona este texto. Lo de escribir bajo un heterónimo es un recurso utilizado por el admirado autor desde su juventud. Hay quienes han llegado a contar más de treinta nombres al pié de los escritos de este filósofo. Y es que más allá del nombre, el género y el pensador, está siempre el hombre, el bueno por ser cabalmente hombre. O sea el humanista como a tal definiera al ideal de la especie.
Conocer al poeta y al filósofo nos vendrá dado transitando por la obra del hombre que cuida la musicalidad de la palabra a la vez que la rectitud de las conductas. También sigue el filósofo cuando emana la lógica de lo que se lleva vivido y surge el pensamiento con el atrevimiento de alguna trascendencia. Eso es lo que algunas veces releo y encuentro en el poeta que “camina y habla con quien él va”. Creo que la conjunción entre el poeta, el pensador y el filósofo se describe mejor acudiendo, como para otros hallazgos, a sus propios escritos. Se puede encontrar en multitud de ocasiones, aunque también los ofrece su propia explicación el autor. Así nos ilustra este emparejamiento: “..los grandes poetas son metafísicos fracasados. Los grandes filósofos son poetas que creen en la realidad de sus poemas. El escepticismo de los poetas puede servir de estímulo a los filósofos”. Dicho queda y claro está la relación entre el poeta y el filósofo, aunque siempre nos podemos encontrar en el camino del uno al otro con algún equívoco de heterónimo ocasional. En todo caso, en el referido título encontraremos al culpable.
Machado nos presenta a Juan de Mairena, su principal heterónimo en el “Cancionero apócrifo” y nos introduce su biografía así: “Poeta, filósofo, retórico e inventor de una Máquina de Cantar. Nació en Sevilla (1.865). Murió en Casariego de Tapia (1.909). Autor Vida de Abel Martín y de Arte Poética..” Como se observa en la propia presentación Machado alude a Abel Martín el segundo más frecuente seudónimo y al que invoca más si cabe el propio Mairena. Otros nombres usados fueron Jorge Meneses, y de los iniciales Cabellera y Tablante de Ricamonte. Las variadas ocupaciones de don Juan, van dejando datos sobre el pensar y el escribir y el sentir del ese ser, la misma fuente.
El maestro como promotor del diálogo, a ser posible poético, sugiere más que incentivar el yo, buscar el tú que también piensa y se compromete en algo de lo removido. Invita a la creación de ese ámbito bonancible. Como cabe deducir con esa intención unifica también al filósofo y al poeta, las dos alusiones primeras de su currículum. Está claro que huye de la lección magistral que no era demasiado habitual en la Institución Libre de Enseñanza en la que recogió el máximo bagaje para su largo viaje.
Podía enrollarme citando obras por donde seguir al humanista. A ambos al mismo tiempo los podemos encontrar por un lado y a la vez en “Poesías Completas” y en “Juan de Mairena”. Como se decía arriba el escepticismo del poeta y las creencias del filosofo que, quizá buscando encontremos en nuestro interior En todo caso Mairena hará sugerencias para pensar buscando ideas siempre abiertas como caminos prometedores. Los poemas como puerta a la contemplación activa del devenir de la vida colectiva, en el que no deja de fluir la España tan mejorable, la bondad respetuosa, la convivencia inteligente, otra visión más abierta de todos los presentes. Claro, eso dependerá de lo que cada página o verso nos sugiera. Para tratar tales cuestiones, otro día volveremos a Mairena y o Machado.
Comentarios recientes