Al entrar en el Siglo de las Luces, hablé de “El espíritu de de las leyes” de Montesquieu y otros autores o hechos con los que nos acercábamos a la citada democracia liberal. El adjetivo “liberal” venía entonces cargado desde “libertad” por el primer valor que junto a “igualdad” y “fraternidad” se basaría la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano aprobados en el citado siglo. Poco o nada que ver con el neoliberalismo rampante actual que, pese a su inclusión literal, desdeñaría la citada declaración y quizá también la historia del liberalismo en España. Volvamos a la tendencia que abre este escrito y la ilustración de otros hombres, que viniendo de la aristocracia, como el citado autor, Tocqueville y otros pretendían profundizar en la libertad compartiendo la propia con las gentes de su tiempo. Partiendo del repetido “Del espíritu de las leyes” podemos ver el completo estudio sobre las experiencias que en mundo había sido a la búsqueda del mejor gobierno, la democracia, posible para evitar la tentación despótica o abusiva. Trato de reparar compartiendo las ideas y experiencias de ese tiempo para después llegar a la democracia que nos tratamos de dar cada día.
El barón de La Bréde y de Montesquieu, jurista, historiador, literato, filósofo, es decir enciclopedista adelantado al modo de aquella época, abordó con máxima profundidad el asunto que nos ocupa. Pensando en la realidad compleja de la propia naturaleza, empieza considerando las leyes que regulan la vida de cuantos seres la integran. Sin apartarse de ese mundo, entra en la sociedad humana indagando en tantos aspectos de la misma desde los tiempos de griegos, romanos, feudalismo hasta el final del s XVII en que empieza a vivir. Entre las muchas consideraciones que destaca probablemente sería la necesidad de controles que la vida en común precisa para que la persona o los grupos en que se integran no sucumban a las tentaciones que puedan corromper la convivencia. En sus estudios de historia señala como tales controles democráticos los tres poderes: legislativo, ejecutivo y judicial, cuyas funciones se completan entre sí. Insistía en que las personas no deben compartir tareas en distintos poderes para evitar el peligro de corrupción de la política. Aunque en esa línea habían escrito Locke y Saint-Simon, en este aspecto y otros aledaños a Montesquieu se considera la máxima autoridad y con frecuencia a su obra se acude para posible aclaración.
Alexis de Tocqueville, de 1.805 a 1.859, vivirá unos años después de Montesquieu e incluso de 1.789, el año más significativo del “Siglo de las Luces”. Pese a ello también participó en los grandes acontecimientos de esa época. La independencia de los Estados Unidos estuvo muy influenciada por la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Desde Francia cruza el Atlántico y observa la experiencia democrática en el nuevo país, sobre el que escribe “La democracia en América”. Las diferencias de la sociedad americana, con su componente racista, la influencia de de los “Padres Fundadores” y una economía más dinámica, tenía menos que ver con la francesa ya en otro proceso revolucionario. Desde el principio postuló una actitud crítica que no ha dejado de tener vigencia en épocas más recientes. Entre la libertad y la igualdad advierte que hay una tensión complementaria de difícil logro. Entiende que resulta más cómoda la aceptación de la igualdad para la mayoría de la gente del pueblo. Decía “Habría amado la libertad, creo que en cualquier época, pero en los tiempos en que estamos me siento inclinado a adorarla”. Pese a ello, dice también “Los que desprecian a la gente nunca pueden sacar el máximo provecho de los demás ni de ellos mismos”. Se declara enemigo del socialismo al que llama una nueva forma de esclavitud. Se puede entender ya que tras la utopía de las luces llegarían los aspectos más prosaicos, menos del gusto de quien no ha perdido del todo su origen de privilegiado aristócrata. Ese aspecto de democracia económica sigue siendo algo pendiente.
He abordado los valores, pero no me he de referido a quienes participarían en tal democracia. Si recordamos la Declaración de DD señalaba del Hombre y del Ciudadano, vemos por tanto que excluyen a la Mujer y a la Ciudadana. Así que la inclusión de la Mujer no estaba señalada, otra cosa sería su logro, pese al empeño de Olympe de Gouges con la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana que como las demás reivindicaciones están por igualar aún. En cuanto a ser electoras y elegibles, habría de pasar el movimiento de las sufragistas y hasta el siglo XX, en que como España, legaría en 1.934. En la II República Española. Además de las mujeres, en los censos de cada país había distintas disposiciones que excluían a personas por aspectos económicos, de instrucción o sociales. Hubo tiempo en que eran quienes no disponían de determinada renta o quienes no sabían leer y escribir. A veces ese criterio servía para excluir indebidamente a raza negra en EEUU. Hoy sigue habiendo grupos sociales determinados por las leyes de cada país como: menores de edad hasta los 16 o 18 años. Determinantes inmigrantes para según qué elecciones. En algunos países las personas incapacitadas o presidiarias.
Hasta aquí he repasado los aspectos que desde el siglo XVIII han ido evolucionando sobre la democracia. A lo largo de los tiempos, incluso de desde Atenas iban surgiendo cierta desconfianza en la limpieza democrática, pese a las cautelas establecidas en cada caso. Recordemos que dichos griegos desconfiaban de aquellos pudientes que, por diversas causas se habían detectado como peligro para la ciudad estado. Pese a los controles señalados por Montesquieu en su minucioso repaso histórico de cuantas variaciones recogió. Poco después sería Tocqueville quien reparó en aspectos que ya en el siglo XIX podrían favorecer la corrupción o ciertas desavenencias, no llegan a desaparecer. Tanto la oposición entre libertad e igualdad, encubriendo lo económico, era una dialéctica aun no resuelta. El desarrollo industrial y el progreso de los sindicatos eran un mayor argumento a favor de la igualdad hacia el socialismo que denigraba Tocqville. De alguna manera, esa dialéctica “liberal” se ha mantenido durante la democracia censitaria, con los argumentos ya citados. Por esos aspectos perfectibles en esta democracia que hay quienes la llaman burguesa. En general, desde el siglo XIX, entre algunas dictaduras lo más frecuente han sido periodos de democracia calificada de liberal, con mayores o menores limitaciones según los países. En los nuevos, el neo liberalismo viene significando para gran parte de la población, un abuso del concepto de libertad para favorecer en especial la de quienes tienen posibles. Se podría entender que excluyendo la economía no se avanzará hacia la democracia completa, pues mientras haya ricos más ricos y pobres más pobres, éstos siguen excluidos, pese a los deseos de Tocqueville. Pero eso habrá que verlo en otra ocasión.
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